martes, 12 de marzo de 2013

Las Fatigas de la ambición.

O la tristeza de ser un Lapón


Casi todas las ambiciones son dañinas y contraproducentes, y suelen arrastrar a los que las sufren a consumirse en pos de objetivos absurdos o imposibles. Hay ambiciones vanidosas, ambiciones de quiero que me admiren porque sí, ambiciones de quiero que al entrar en una habitación todo el mundo me mire, ambiciones de éxito vacío, de gran hermano, otras de éxito comercial, de tocar en todos los festivales de verano y ambiciones de grandeza, de escribir palabras eternas, de dibujar canciones en un sótano vacío en el exilio, ambiciones que van hacia dentro, consumiendo los organos, astillando los huesos con una determinación aterradora, ambiciones que rompen corazones. Sea como sea todas ellas cambian el mundo en mayor o menor medida, todas ellas dibujan los acontecimientos de los hombres y todos ellas son al final en vano. 



Hazte Lapón sufren de muchas ambiciones cruzadas, quieren ser reconocidos por los medios, quieren encontrar un público más amplio, pero sobre todo aspiran a la grandeza, quieren figurar, influir, quieren que en quince años los grupos hablen de ellos, quieren formar parte de algo más grande, de una escena subterránea, quieren todo eso y más, y a veces también, creo sinceramente, que no saben muy bien lo que quieren.




En su disco Bromas Privadas, Lolo Lapón escarba en sus emociones, operando con dolor, torpemente, extrayendo de sus entrañas todas las angustias de su subconsciente. Un subconsciente que no sabe del tiempo o del espacio y que vaga desde los traumas de niñez, del rechazo adolescente, hasta los problemas maritales. Lleno de instrumentaciones, retorcido y repensado, este disco no es fruto de la casualidad, no es anecdótico, es un disco que va muy en serio.

Cuando vi a Lolo Lapón en el Madrid Popfest el fin de semana pasado me confesó que se encontraba algo decaído, en parte porque como otros tantos jóvenes ha sido obligado a exiliarse de la ciudad en la que querría vivir, y por otra parte, me parece, porque el proceso de crear ese disco debe haberle dejado agotado física y emocionalmente, y ningún resultado podría satisfacer esa ambición que tenía.

Creo que ha cavado demasiado tiempo, y demasiado profundo, que su deseo de que este disco sobresaliese, que no fuese algo del montón le ha arrastrado durante todos estos meses a un agotamiento absoluto. Ahora se encuentra al final de ese proceso, esperando la reacción de un mundo indiferente que aplasta a los que quieren sobresalir, que no valora el esfuerzo o la búsqueda de la grandeza, sino valores de empresarios encorbatados y sobres llenos de fajos de billete. 



Yo he tardado en tomar una decisión sobre bromas privadas. Lo he escuchado lentamente, de distintas maneras y finalmente en el orden esquizoide del bandcamp donde han fragmentado el disco en cinco partes. Sólo vosotros y el tiempo podéis decidir si la ambición de Lolo ha dado su fruto o no. Si después de escucharlo, os veis con la necesidad de volver a él, una y otra vez como he hecho yo, y si las melodías os persiguen a lo largo del día como me persiguen a mí, o si os atormentan sus imágenes pertubadoras como me acosan a mí, es muy posible que Hazte Lapón haya conseguido eso que se proponían...






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